130 ANIVERSARIO DE LA CANONIZACIÓN DE LOS SANTOS ARNOLDO
JANSSEN Y JOSÉ FREINADEMETZ DE LOS MISIONEROS DEL VERBO DIVINO
Hace trece años, el 05 de octubre de
2003, hemos celebrado con gran alegría la canonización de los Santos Arnoldo Janssen y
José Freinademetz. Hoy, queremos recordar nuevamente la
profunda fe que se refleja en sus vidas y su compromiso con la misión entre los
pobres y no evangelizados. Las vidas de Arnoldo Janssen y José Freinademetz dan
testimonio del poder transformador de la fe, muestran caminos de crear simplemente
las relaciones fraternales entre la gente y llevan esperanza a aquellos que
viven al margen de la sociedad.
San
Arnoldo Janssen (5 de noviembre de 1837 – 15 de enero de 1909) fue un presbítero católico mayormente
conocido por ser el fundador de la Congregación del Verbo Divino, donde sus miembros son
llamados de Misioneros del Verbo Divino o
Verbitas, y dos congregaciones femeninas.
Por sus obras maravillosas que hizo, el
día 19 de
octubre de 1975, Arnoldo Janssen fue beatificado por el Papa Pablo VI como un
reconocimiento, junto al primer misionero enviado a China, el padre José
Freinademetz.
En 2003, el Papa Juan Pablo II nombra
a Janssen y Freinademetz como santos de la Iglesia
Católica.
San José
Freinademetz, SVD (nombre chino: 若瑟聖福
/ 若瑟圣福, pinyin: Shèngfú Ruòsè) (15
de abril de 1852 - 28 de enero de 1908) fue un miembro de la Sociedad
del Verbo Divino, y como tal, misionero en China.
Freinademetz fue el cuarto niño de
Giovanmattia y Anna Maria Freinademetz. Nació en Oies, en
el pueblo de Badia, en ese entonces el Condado de Tirol, parte del Imperio
Austríaco, en la actualidad Italia. Bautizado
el mismo día de su nacimiento, heredó de su familia una fe sencilla pero tenaz.
Fue un
sacerdote diocesano pero Con el permiso de su obispo, José llegó a la casa
misional de Steyl en agosto de 1878. El 2 de marzo de 1879 recibió la cruz
misional y partió hacia China junto a otro misionero verbita, el P. Juan
Bautista Anzer. Cinco semanas después desembarcaron en Hong Kong, donde pasarán
dos años preparándose para la misión que les fue asignada en Shantung del Sur,
una provincia con 12 millones de habitantes y sólo 158 bautizados.
Freinademetz supo descubrir y amar
profundamente la grandeza de la cultura del pueblo al que había sido enviado.
Dedicó su vida a anunciar el Evangelio, mensaje del Amor de Dios a la
humanidad, y a encarnar ese amor en la comunión de comunidades cristianas
chinas. Animó a esas comunidades a abrirse en solidaridad con el resto del
pueblo chino. Entusiasmó a muchos chinos para que fueran misioneros de sus
paisanos como catequistas, religiosos, religiosas y sacerdotes. Su vida entera
fue expresión del que fue su lema: «El idioma que todos entienden es el amor».
Toda su vida estuvo marcada por el esfuerzo de hacerse chino entre los
chinos, al punto de escribir a sus familiares: «Yo amo la China y a los chinos;
en medio ellos quiero morir, y entre ellos ser sepultado». Murió de Tifus, contraído mientras misionaba en la
China en el 28 de enero de 1908.
Fue canonizado junto con su superior
Arnoldo Janssen por Juan Pablo II el 5 de octubre de 2003.
En
la homilia de canonización
de estos santos en la Plaza de San Pedro, el Papa entonces Juan Pablo II compartió:
"Caminarán los pueblos a tu luz"
(Is 60,
3). La imagen profética de la nueva Jerusalén, que difunde la luz divina sobre
todos los pueblos, ilustra bien la vida y el incansable apostolado de san Arnoldo Janssen. En su actividad sacerdotal mostró gran celo por
la difusión de la palabra de Dios, utilizando los nuevos medios de comunicación
social, especialmente la prensa.
No se desanimó ante
los obstáculos. Solía repetir: "El anuncio de la buena nueva es la
primera y principal expresión del amor al prójimo". Desde el cielo ayuda
ahora a su familia religiosa a proseguir fielmente en el camino por él trazado,
que testimonia la permanente validez de la misión evangelizadora de la Iglesia”. Y anadio: "Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes" (Mc 16, 20). Así concluye su
evangelio el evangelista san Marcos. Y luego añade que el Señor no deja de
acompañar la actividad de los Apóstoles con el poder de sus prodigios. De esas
palabras de Jesús se hacen eco estas, llenas de fe, de san José Freinademetz: "No
considero la vida misionera como un sacrificio que ofrezco a Dios, sino como la
mayor gracia que Dios habría podido darme". Con la tenacidad típica de la
gente de montaña, este generoso "testigo del amor" se entregó a sí mismo a las poblaciones chinas de la región meridional de Shandong.
Abrazó por amor y con amor su condición de vida, según el consejo que él mismo
daba a sus misioneros: "El trabajo misionero es vano si no se ama y
no se es amado". Este santo, modelo ejemplar de inculturación evangélica, imitó a Jesús,
que salvó a los hombres compartiendo hasta el fondo su existencia.
EL Papa actual Francisco, durante la Audiencia
General el 27 de marzo de 2013, habló de discipulado, diciendo que seguir a
Jesús significa aprender a salir de nosotros mismos “para ir a conocer a otras
personas, para ir hacia las afueras de la existencia, al ser el primero en dar
un paso hacia nuestros hermanos y nuestras hermanas, especialmente aquellos que
son los más distantes”. Que la vida y misión de San Arnoldo Janssen y San José
Freinademetz inspire a todos nosotros para ir al encuentro con los necesitados,
especialmente aquellos que están marginados por la sociedad.
Que
esta conmemoración sea una profunda renovación de nuestro compromiso de
trabajar por la justicia y paz y como una señal de esperanza a nuestras
familias, comunidades y Naciones.
Santos
Arnoldo y José,
Rueguen por nosotros.
05 de Octubre de 2016
P. Antonio Tran, SVD.